Sobre las claves

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  • #1521
    Daniel Rivero
    Participante

    No son fáciles de entender las leyes que ha desarrollado Jinjer, pero es más difícil aún, creo yo, aprender a aplicarlas. Para el que las ha estudiado y las ha puesto a prueba en personas, cosas y procesos como la historia entera, todo es evidente, todo concuerda y nada es una excepción sino a lo mejor una interferencia en su normalidad, como sería cogerle la manzana a Newton al vuelo o bien soltar en lugar de aquélla un pájaro vivo y espabilado.

    Las leyes de Jinjer son muy claras, y las más básicas, clarísimas (manteniendo que, en abstracto, no se asimilan a la primera ni a la segunda). Las que se derivan, las que se combinan con otras para aplicarse a particularidades (como se une la de la gravitación con las de la cinética para formular las de la aerodinámica), van siendo más intrincadas cada vez, y van exigiendo un mayor trabajo de “sobreentendimiento” de las condiciones de su validez. Y, cuando la cosa no consiste simplemente en que un objeto caiga, y los peligros de interferencias dejan de reducirse sólo a que lo externo lo pueda interceptar o que un ingrediente desobedezca en forma de grácil criatura alada, ocurre que se multiplican las posibilidades de que algo le salga mal al científico, al ornitólogo o al médico. Antes o después, la complejidad elemental (y legal) se hace incomprensible, las leyes inoperantes y los acontecimientos imprevisibles.

    ¿O no? (voy a buscar un libro). Se me acaba de ocurrir que quizá, ahí donde el análisis sea impracticable, ofrezca la síntesis su mejor perspectiva. Gregorio Marañón, en una reflexión sobre la frenología, hace notar la diferencia entre el A: catalogar los indicios y sus males (probables), y el B: enfocar los problemas “a vista de pájaro”, con perspicacia y método. Opina (me atrevo a interpretar) que en dificultades como la de adivinar el ingenio de alguien por su fisonomía, no hay normas fijas posibles, sino sólo “modos” y “bases científicas”. Aventurando mi temeridad, precisaría que no es que los formularios tengan por fuerza que fallar, pero no pueden técnicamente contemplar la cantidad de datos que llanamente percibe e intuitivamente procesa el maestro en claves, ni puede apuntar y jerarquizar la importancia de cada sutilidad ni de cada contexto… Y pienso que es esto, junto con la lógica observación de entidades y “jurisdicciones” de cada caso, es lo que aclara la diferencia, lo que hace de la sabiduría un arte vivo y de la clarividencia del de Jinjer una industria irreemplazable.

    Y ahora leo, en la página siguiente: “Nada hay tan difícil como enseñar las cosas fáciles” (Tiempo viejo y tiempo nuevo. 1940)

    #1525
    olga
    Participante

    Hola Daniel,

    Leerte es un placer, de veras. El otro día, precisamente, hablaba con un amigo sobre la forma y el contenido. Es de sentido común, que las formas deben seguir al contenido, y no a la inversa, que es lo que sucede con frecuencia en la publicidad: la belleza de las imágenes suele cautivarnos y hacernos olvidar que lo importante es la calidad del producto que vamos a comprar, y así escogemos antes, una manzana hermosa, aunque insípida, que una sabrosa manzana por imperfecta.

    Quiero decir que si cuidamos en exceso la belleza de las formas –estructuras–, corremos el riesgo de que el contenido –las funciones– se diluya… Creo, en resumen, que por este motivo, no quedan claros algunos puntos en tu texto.

    Por una parte, te planteas la cuestión de cómo encajar los “imprevistos”, la ingente cantidad de variables que se dan en cualquier fenómeno, a la hora de aplicar las leyes del Método Binario Universal que maneja Jinjer, pero tú mismo te respondes al señalar, primero, que hace falta un grado de maestría para dominarlo, y segundo, que es más certero enfocar con cámara alta que enzarzarse en los infinitos detalles. La síntesis sobre el análisis, como tú dices, aunque es más que eso. Es manejar simultáneamente ambas con soltura, pero eso es sólo posible cuando se domina el método y para ello es necesario profundizar, jugar con él, ponerlo a prueba, observar la naturaleza, que responde en automático a esas leyes… y sobre todo: ser flexible porque la percepción analógica, cíclica y funcional que hay detrás de los conocimientos de Jinjer, es incompatible con una visión rígida, lineal y estructural.

    Por otra parte, creo que te preguntas cómo conjugar la infalibilidad de las leyes del Método Binario Universal, con el factor humano: voluntad, consciencia y libertad, como decía Arturo en un post. Y quizá, en esa línea, te planteas cuestiones más metafísicas como si las cosas son así y no pueden ser de otro modo…

    Es fácil dejarse llevar hacia reflexiones teóricas, pero lo realmente enjundioso y satisfactorio es transformar esa teoría en práctica. En ello estamos.

    #1527
    Daniel Rivero
    Participante

    Gracias, Olga.

    Iluminadores tus comentarios. También Gregorio Marañón dice de vez en cuando que la brillantez es cegadora, y que sólo la claridad alumbra. Yo intento ir al grano, pero me atraen los temas que no domino, y eso hace que me pierda e intente caminar sobre el hilo de la redacción, hacer equilibrios, tirar del jersey y remontarme a los conceptos.

    No se me había ocurrido llamar “imprevisto” a una excepción. Pero está bien, porque connota lo malo inevitable de inscribir las cosas en diagramas y creer que unas son obejas y lo otros garantías. Por interferencia entiendo todo lo que hace, en la realidad, que un fenómeno descrito por una ley se desvíe o no culmine su inercia. Jinjer nos enseña a tener más en cuenta los momentos de los grandes ciclos, lo unísono de las influencias y las implicaciones de todo ello en cuanto a grados de irresistibilidad, caos, sinergia, etc. Esto nos procura un mayor campo visual del terreno y del clima. Pero el problema surge en las aplicaciones efectivas de las claves. Lo difícil es saber cuándo considerar algo como anómalo respecto a su naturaleza y cuándo entender el accidente como hecho previsible de otra serie de circunstancias para prevenirlo, aprovecharlo o lo que fuere. Es la cuestión de las entidades, de la que no busco solución pero creo importante anotar como eterno enigma de poca prensa.

    Por otro lado, aludo al lenguaje, nuestra traducción de lo dado. Otro ejemplo: “Todo cuerpo sumergido en un fluido…” da por supuestas las condiciones de “normalidad” en que el experimento sería válido o realizable (no valdría este principio en el espacio exterior), por la necesidad inevitable de resumir, la imposibilidad absoluta de decir todo lo que habría que decir para que la descripción fuese completa, y no tuviese la menor ambigüedad. Para entenderse, no sólo hay que conocer los términos y el sentido. Hay, además, que saber sobreentender lo que no se especifica, y las leyes no son más que mensajes cifrados que intentan precariamente definir hechos o tipos de hechos que tienden a darse o a perdurar con lógicas variaciones en la dinámica física. Así es que depende de la buena voluntad de cada receptor la comunicación de las ideas, porque todo mensaje es deficiente y siempre mejorable (amén de tener fecha de caducidad, para colmo…) pero esmerarse en cuadrar las palabras más idóneas no es sólo estética. Es el universo todo el que nos va a refutar tarde o temprano mucho o poco, pero es al paisano al que le interesa enterarse.

    Sobre lo del determinismo, en efecto, me fascina… Pero ya pondré en limpio mis ideas sobre eso, si veo que pueda no ser del todo inútil meterlas por aquí.

    Saludos

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