Re: Teoría física de las emociones

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Anónimo
Invitado

Hola Ana y forer@s

Hoy leyendo el periódico me encontré con este preciosísimo relato. Que en parte da respuestas a algunos de tus porqués.

“El pueblo de las almas perdidas”
Comienza así:

“Cuenta Gerald Brenan, en su biografía de san Juan, una anécdota de sus conversaciones con las monjas durante el tiempo que fue confesor de uno de sus conventos. Una de ellas, llamada Catalina, que hacía de cocinera, le preguntó ingenuamente por qué cuando pasaba junto al estanque del jardín las ranas que estaban sentadas en el borde se zambullían en el agua y se ocultaban. San Juan le replicó sonriendo que ese era el lugar en que se sentían más seguras. Tan solo allí podían defenderse y estar a salvo. Y así debía hacer también ella: huir de las criaturas y zambullirse en ese centro, que era Dios, escondiéndose en él.

Muchos años después, en una carta a la priora, san Juan le envió a la monja cocinera el siguiente mensaje: “Y a nuestra hermana Catalina, que se esconda y vaya a lo más hondo”. En el pensamiento místico, esa búsqueda del vacío conlleva la promesa de una unión, de un encuentro con otra realidad. El vacío no se confunde con la nada. Es un umbral y puede ser tocado por la gracia, convertirse en el tránsito hacia una realidad más plena.

Los japoneses, expertos en tales artes de la invisibilidad, tienen una costumbre que consiste en marcar la presencia simbólica del vacío en la casa mediante un minúsculo hueco abierto en la pared. Ese hueco es el tokonoma, y puede hacerse con una uña. Basta con raspar un poco la cal de la pared, el borde de una taza de café, y reducirse hasta caber en él. Los elfos, las hadas, los duendes y demás criaturas que pueblan los cuentos populares, pertenecen a ese mundo del pequeño rasguño, del pabellón del vacío. Viven en los rincones de las casas, debajo de las piedras, en las grutas más hondas o en la profundidad de los lagos. Allí donde el ojo humano no suele llegar ni su razón tiene poder alguno. Separados de los hombres y manteniendo una difícil relación con ellos, estas criaturas representan las fuerzas de la naturaleza, los misterios del nacimiento y la muerte, los vuelcos del amor y los pliegues del corazón humano.

Sobre el Unicornio dice:

El unicornio es un animal semejante a un caballo, aunque con un cuerno en forma de espiral, situado en medio de la frente. Su vista es muy aguda y puede ver lo que ninguna otra criatura. Carece de morada fija y vaga por el bosque recordando siempre que es mensajero de una tierra extranjera. Para capturarle se emplea a una doncella. El unicornio corre a su lado y se queda plácidamente dormido sobre su falda, momento en que los cazadores lo capturan, mientras el corazón de la doncella queda trastornado para siempre a causa de esa traición.
Finaliza su relato diciendo:

Las palabras y las criaturas de los cuentos son ese hilo. Nos prometen la compañía insuperable, la conversación en una gruta del bosque, el juego en el río con los seres de las corrientes, el encuentro con los elfos de la luz, que son las criaturas más delicadas que existen. Reivindican, como los personajes de Kafka, “el gesto pueril en medio del bosque helado”. Son los descendientes de aquellos niños que Eva escondió de la mirada de Dios: un pueblo perdido que siguiera buscando en el mundo un lugar donde quedarse. Les gusta estar a nuestro lado y asistir a nuestras locuras, como si guardáramos algo precioso que somos los primeros en desconocer.
De ese pueblo de almas perdidas hablan todos los cuentos que existen. Pobre del que no se detenga a escucharlos: nunca tendrá nada interesante que contar a los demás.
Gustavo Martín Garzo es escritor.

Abajo tenéis el enlace para leerlo completo.
Espero que lo disfrutéis, a mi me ha hecho vibrar sintiendo la magia que emana.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/pueblo/almas/perdidas/elpepuopi/20110724elpepiopi_12/Tes