Re: Caminando hacia la muerte

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Durante 10 años estuve sumergido en el mundo de las drogas. La suma de problemas personales y conflictos internos no resueltos, más la curiosidad de nuevas experiencias basadas en percepciones erróneas, hizo que consumiera marihuana, hachís, LSD, cocaína, heroína, y porque en mi época no habían las de diseño.

Cuando caes en el mundo de las drogas, pierdes el sentido de la realidad, las percepciones se distorsionan, las emociones se intensifican y desbocan, la mente pierde completamente el rumbo. Cuando te das cuenta de ello, ya has creado un caos en tu interior y a tu alrededor. Ya no hay remedio, has desperdiciado una de tus épocas más hermosas y bellas, la de tu propio crecimiento y descubrimiento. Lo has confundido todo, y te has perdido.
Eso fue lo que me paso a mí. Perdido en mi propia psicosis de auto justificaciones, acusé, critiqué, y culpé a los demás de mis desgracias, inventé engaños y mentí, proyecté sobre los demás mis feas actitudes de vida, y acabé por convertirme en mi propia victima. En resumen: inmadurez, un niño asustado, estancado en el pasado, evitando la vida, renunciando a mi libertad, aferrado a mis problemas, un cobardón de la vida que huía de mis responsabilidades. Así, por cobardía, miedo, comodidad y pereza, me resistí a crecer y a “curarme”.

La cuestión no es tanto el daño que me hicieron los demás, sino el daño que me hice y me infligí a mi mismo.
Con el tiempo aprendí que tengo dos opciones, enfrentar mi vida con creatividad o con destructividad.
No quise y me negué a ayudarme a mi mismo, de esa forma, nada ni nadie podía orientarme, hasta que tomé la firme decisión de hacer algo positivo en mi vida.
Empecé a cambiar cuando alcancé el difícil punto de darme cuenta que había destrozado, arruinado y dañado mi propia singularidad y autenticidad.
Hasta que no me di cuenta de mis propios desatinos, continúe negando la posibilidad de cambio. Me fue muy difícil hacerme consciente de mi entera estupidez, así que necesite, mas dolor y mas sufrimiento, y nuevamente repetí el patrón de insensateces, hasta que un buen día, decidí cambiar.

Durante muchos años jugué al papel de victima, encerrado en mi mundo de lamentaciones, “nadie me quiere, las mujeres huyen de mí, los perros me muerden”, poco a poco, muy lentamente, muchas veces a regañadientes, iba aceptando el hecho de que era un miserable = egoísta = comodón = autocompasivo = manipulativo = desagradecido.

El reverso tenebroso es más fácil, más rápido y más seductor, y las drogas cumplen esos propósitos, así fue como enfrenté mis inseguridades, y para perder mi timidez, para tener facilidad de palabra, desinhibirme de mis miedos, de mis rigideces musculares que me impedían bailar, para acercarme a una mujer, para suplir mis tedios, mi hastío, mi falta de identidad y mi falta de significados en la vida consumí cualquier cosa. Y así, forme una falsa imagen de mi mismo, y con ello distorsioné mi Realidad. Y eso es lo mas peligroso, porque me creé una falsa personalidad que arrastré durante muchos años, eso es lo más difícil de deshacer, hacerme consciente de mi propia falsedad, de mis propias mentiras, y autoengaños.

El Señor Estramonio, así lo llamábamos, me inició al mundo de la perdición. Era un hombre de 40 años que destilaba estramonio y lo añadía a cualquier droga para contactar con el mundo de los espíritus, hasta que el hombre murió de una hemorragia cerebral.
Empecé con la María, una noche en mi casa, fumamos y al querer salir a la calle no encontrábamos la puerta de salida, estuvimos toda la noche buscando la dichosa puerta, y lo más lamentable es que nos hacia gracia, la gracia nos costo cara, porque de ahí pasas a cosas mayores, un buen día sin saber cómo ni porqué, te sientes atrapado por la heroína, y cuando te das cuenta te has convertido en una ruina humana.
La gracia costó la vida a mi gente: Las drogas matan.
Mi mujer perdió un hijo, tuvo un aborto de cerca 5 meses. Y ella tan solo consumía marihuana y hachis en esa época, es más, cuando se enteró de que estaba embarazada, dejó de consumir.
Y no sólo eso, mi círculo de amistades de aquella época murieron prácticamente todos, solo tres quedamos, un amigo que toma de 7 a 8 psicotrópicos diarios, una amiga que toma un antidepresivo antes de dormir, y yo, que gracias a José María y a su incipiente “Método Jinjer”, (en aquella época estaba creando las bases de la termorregulación), y con él empecé a dar mis primeros pasos hacia el cambio, hasta hoy en día. Nunca tome ni un solo medicamento, ni una sola pastilla; aunque de vez en cuando las neuronas patinan, 25 años después de dejar las drogas, de vez en cuando siento movimientos extraños en mi cabeza, en mis emociones y mi físico.
Si te cae un pedrusco en el pie y se rompen los huesos, soldarán, caminarás, pero no podrás volver a jugar a futbol.
Las drogas matan, mataron mi inteligencia, mi sensibilidad y mi cuerpo.

Está en boca de mucha gente, la marihuana es inofensiva, y ¡una leche!.
Pues no señor, no es así, afecta directamente a la totalidad del sistema orgánico, emocional y mental. En definitiva, afecta al sistema parasimpático y a muchos aspectos de nuestra bioquímica y fisiología, cuyo largo proceso acaba en un debilitamiento, en un infirmitas.

Cambios en la personalidad, pensamiento mágico, infantil e inmaduro (personalmente me perdí en putos misticismos), disminuyen la capacidad de raciocinio, pérdida de memoria, atención y concentración, aumentan la confusión y distorsión de la realidad, agotan la energía biológica y psíquica.
Las drogas son semillas de psicosis y esquizofrenia, la Señora María es una psicótica, y el Señor Hachís un esquizofrénico que te encierra en su mundo de fantasías, alucinaciones visuales y auditivas, cayendo en un estado letárgico de descuido y abandono.

Dejar las drogas no es solo no consumirlas, aunque ya es algo, no es suficiente ni garantía de recuperación. Uno tiene que hacer algo más que simplemente dejar las drogas. El daño esta hecho, ahora toca reconstruir toda nuestra dimensión humana en todos sus planos. Conozco mucha gente que dice, “ya no consumo”. Pero ya sabéis, el cubata de fin semana, la cerveza después del trabajo no faltan, y el resto de aspectos que nos perjudican y que todo termorregulador conoce perfectamente bien. Cuando has destruido tu esencia humana, el resto de tu vida tiene que estar orientado a reconstruirte de nuevo.Veinticinco años después aún estoy en ello.
Dice un refrán Turco, “los primeros 40 años destruí mi vida. Los segundos 40 años los pase reconstruyéndola”, y un viejo refrán castellano nos recuerda que “quien no camina de joven, tiene que correr de viejo”. Esta mi historia.

Juan