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Hola Amelia, de Castellón.
Hace muchos años, pero aún perdura en nuestra memoria los espléndidos platos de pescado y marisco que disfrutamos en tu tierra, cuando las circunstancias de nuestro destino pasaban por tus tierras. ¿Qué te parece si, ofreces a los participantes en el foro algunos platos super de tu tierra?
No hemos visto esa película. Pero, como investigadores en diagnóstico, nos vale un resumen que vimos en un anuncio en la TV.
Desde el MJ, hemos descrito lo que pensamos sobre el Momento Cíclico Planetario. Todo tiene un principio y un final. Y, mientras caminamos desde el principio hasta el final, tenemos algunas libertades, como señala Lorenz en su estupenda respuesta a tu post.
Todos sabemos y sentimos la presión, la aceleración, la entropía del momento. Traducido a expresión de Hollywood, ya sabemos que, con toda la tecnología actual que puede asombrarnos con sus efectos especiales, en temas como este, se traducirá en una “ciencia ficción” de hiperviolencia e hiperdestrucción.
En el extremo, todo se comporta como su falso opuesto. La hiperaceleración de funciones, nos llevaría a la hiperexpansión de estructuras… hasta la desintegración. Lo que conllevaría a una contracción, reducción de las estructuras de esta civilización.
Siempre incierto es el futuro. Y a la vez, siempre cierto es el futuro, cuando consideramos los ciclos astronómicos. Todos sabemos y sentimos que, cuando llega la tarde, será seguida por la noche.
Todos sabemos que, cuando termina la primavera, será seguida por el verano. Y lo consideramos como algo normal porque tenemos integrados los ciclos astronómicos de la rotación y traslación de la Tierra en relación al Sol.
Hay muchos otros ciclos astronómicos que funcionan con la misma precisión.
Mientras caminamos desde nuestro principio hasta nuestro final; desde que abrimos los ojos a la vida hasta que los cerramos después de haber recorrido las sendas por esta maravillosa Tierra; mientras nos enfrentamos a los retos de nuestro destino…
Como señala Lorenz, tenemos algunas libertades.
Cuando la luz del Sol abre nuestros ojos cada mañana y su luz inunda el mundo, podemos sencillamente pensar en el aquí y ahora de nuestra vida. Y en ese justo momento, podemos darnos una ducha caliente, o una ducha fría.
Cuando el Sol decae en la tarde y las sombras se alargan, podemos lamentarnos de los errores que hemos cometido durante el día, o mirarles a la cara, darnos cuenta de aquello en lo que no acertamos, corregirnos y prometernos que, al día siguiente, nos ajustaremos con más impecabilidad a nuestra esencia, a nuestros propósitos vitales, a aquello que es “camino con corazón” para a nuestro aquí y ahora, lo único que tenemos, le saquemos todo el jugo que la vida nos ofrece.
Y, cuando Hollywood nos ofrezca una de las suyas, siempre tenemos la libertad para ir a verla o no; siempre tendremos la libertad para, cuando ya estamos sentados en la butaca, permanecer en ella o, sencillamente, si no nos gusta, salir tranquilamente a disfrutar de un paseo por el otoño o de una peripatética con nuestros amigos sobre los sencillos y maravillosos misterios de la vida.