La primera vez que me duché con agua fría de una manera consciente (no porque se hubiera estropeado la caldera) fue cuando tenía 18 años.
Por aquel entonces conocí a una magnífica persona que nos contaba historias muy extrañas sobre el mundo, el conocimiento y la salud. A esta persona le debo el descubrimiento del MJ y de su familia.
Pues bien, al principio no tenía ni idea y me duchaba con agua fría sin pensar en lo que estaba haciendo ni cómo lo hacía. Sencillamente, dejaba correr el agua de la cabeza a los pies y me quedaba en posición meditativa como los guerreros orientales que había visto en las películas. Seguramente agarré más de un resfriado!
Pero lo que bien recuerdo es salir de la ducha lleno de vida y eso es lo que me ha hecho engancharme totalmente al agua fría.
Un saludo!!