Engancharse a la luz o a la oscuridad

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#1781
olga
Participante

Estamos donde estamos. Las reglas del juego son las que son, pero efectivamente, tenemos un relativo margen de libertad. Podemos elegir qué postura tomamos ante los hechos; podemos, hasta cierto punto, elegir cómo nos sentimos… Podemos, en cualquier caso, decidir si nos entregamos a lo fácil, y nos dejamos arrastrar por las fuerzas de la oscuridad que nos empujan hacia el victimismo y el sentimiento de derrota, o sacar de dentro esas fuerzas extraordinarias que nos permiten resurgir, incluso desde nuestras cenizas y, a pesar de todos los vientos del destino, brillar con luz propia.

No podemos cambiar la programación de televisión, ni las decisiones comerciales, acertadas o no, de Hollywood -al fin y al cabo se trata de eso, de perseguir el máximo beneficio-, pero podemos elegir no participar en ese circo, y vivir nuestra propia película, no la que nos venden.

El otro día fui a ver Ágora, de Amenabar. Me quedo especialmente con dos detalles: en plena lucha sangrienta por el poder entre cristianos, judíos y paganos, la cámara se aleja, se aleja, y el director nos sigue dejando oir el clamor de la batalla, pero nos muestra una imagen del planeta, envuelto en el infinito azul cuajado de estrellas, y nos recuerda lo pequeños que somos, lo ridículo de nuestros empeños, de nuestras arrogancias o nuestra necesidad de defender “la verdad”. El otro momento que destaco es aquel en el que Hipatia de Alejandría, mujer y filósofa -para quitarse el sombrero-, le dice a un obispo cristiano al que años atrás, siendo su discípulo, salvó la vida: “tú no puedes dudar de tus creencias, pero yo debo hacerlo”. La duda, el replantearse todo y mirar con ojos nuevos la realidad, como un niño, formaba parte de su método. A la pregunta de en qué creía ella, contestó: “en la filosofía” –amor por la sabiduría-. Ella era una aguda astrónoma además, obsesionada por descubrir las formas geométricas que daban explicación a los movimientos de los astros. Perseguir los misterios del universo, no ya alcanzarlos y desmenuzarlos, es algo profundamente humano. Lo que ocurre es que en el camino, desde que el hombre “se miró al ombligo”, y fue consciente de sí mismo y de su entorno, hemos caido en muchas trampas y no siempre, como grupo, como especie, hemos sabido seguir la luz. Quizá ahora estamos atravesando uno de esos periodos oscuros… Pero en toda oscuridad hay algo de luz y viceversa. Esforcémonos por descubrir ese brillo, porque está ahí y merece la pena el intento!

Olga